top of page

Con los ojos que miro

Con%20los%20ojos%20que%20miro_edited.jpg

Cuando miro a mi padre a través de los ojos de mi madre, a través de sus relatos, de su resentimiento, de su rabia no lo estoy viendo como mi padre sino como marido de mi madre.

Esta mirada al estar polarizada me lleva a tomar partido, a pensar que hay alguien a proteger o a atacar; en consecuencia eso me debilita pues si me estoy ocupando de uno de ellos, ¿quien se está ocupando de mi vida?

Pero cuando me paro como hijo de esta madre y de este padre, acepto que ellos son los grandes y yo el chico, y que además su relación ya existía antes que yo llegara a este mundo, puedo verlos como padres. Puedo verlos como dos personas comunes que se unieron y de esta unión soy fruto. Desde este lugar imparcial, que no toma partido, que quiere integrar las dos partes saco la vitalidad que necesito para mirar a mi propia vida, para llevar a cabo mis proyectos.

Cuando me preocupo demasiado por algún ser querido en realidad lo debilito. Atraigo aquello que quiero evitar. La preocupación no es amor, sino miedo al abandono, miedo a perder el vínculo. Es fruto de un amor infantil que tiene la fantasía de poder salvar al otro, de tener el poder sobre su vida y su muerte. Esas fantasías omnipotentes, según Hellinger, solo las pueden tener los niños o aquellos que han permanecido en estado niño.

 

Adriana Martins Pimentel

Facilitadora en Constelaciones Familiares

  • Instagram
  • Facebook
bottom of page